1.9.16

3,904 kilómetros de intensa felicidad

El primer coche que tuve fue un VW Gol 2011, al que bauticé como "Colorete", al sacarlo de la agencia me acompañaba mi papá y en el primer viaje camino a casa, le dije: "Este momento lo voy a recordar toda la vida". 

Así nació la historia de Tere y su Colorete, de la que surgieron un montón de aventuras en forma de viajes cortos y largos, compartidos en el tiempo perfecto con las personas indicadas.


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Aunque aún recuerdo los olores, sabores, sonidos y temperaturas de muchos viajes, quiero compartirles las remembranzas de un recorrido que me regaló 3,904 kilómetros de intensa felicidad en 72 horas.

Durango, Dgo. - Frontera Comalapa, Chis. - Durango, Dgo.
"Durante los viajes, late más fuerte el corazón..."


Era mi etapa de workaholic y mi tiempo lo dividía en 4 empleos, por lo que coincidir vacaciones era casi imposible. Milagrosamente en julio de 2012 tenía 4 días libres y un antojo de rambutanes me hizo seguir el impulso de buscarlos en el lugar ideal: Chiapas.

También me motivó reencontrarme con mi familia paterna, pues el año anterior los acababa de conocer -a los 28 años-; así que los famosos rambutanes venían con la dosis de raíces de árbol genealógico.

La idea del viaje la formulé un jueves a las 21:00 h y estaba hecho, la aventura iniciaría al día siguiente a las 5:00 h, se sumaron a la odisea mi hermano mayor y mi hermana menor: Juan Manuel y Marbella. 

Sonó el despertador y la adrenalina nos hizo pararnos enseguida, estábamos casi listos y simultáneamente mis papás preparaban café y tortas para el camino, era curioso porque aunque estaban solidarios con nuestra aventura, intentaban persuadir para que hiciéramos un viaje más corto. Les dijimos que lo pensaríamos y en efecto, consideramos dos opciones: Guadalajara o Chiapas. Estábamos en la salida a Zacatecas y decidimos tomar camino a Aguascalientes para ir a Guadalajara, pero un impulso de 2 segundos me hizo retornar y tomar rumbo a San Luis Potosí, al unísono gritamos:

¡Vámonos a Chiapas!

Había poco tiempo, por lo que detenernos a comer no era opción, nuestros maestros de la aventura lo sabían y nos dotaron de avituallamientos que sólo los locos por las experiencias saben qué se necesita para un viaje de este tipo. Paramos cuatro veces a cargar gasolina, al sanitario y a comprar líquidos: una parada fue en San Luis Potosí, otra en Puebla, una más en Coatzacoalcos y la última en Tuxtla Gutiérrez. 

De los mejores tesoros que hay en mi mente y corazón...

Conduje durante 26 horas de Durango a Frontera Comalapa, con la consigna de que Juan Manuel conduciría de regreso. 

Aquí se me viene a la mente la frase de John Lennon: "La vida es aquello que nos va sucediendo mientras nos empeñamos en hacer otros planes", y es que el objetivo era llegar a comer rambutanes con la familia, pero la intensidad del viaje lo hicieron las pláticas con mis hermanos, la belleza que se encuentra en el contraste de las formas del cielo, las especies vegetales y animales; las variables sonoras de los acentos de los habitantes de cada ciudad, las sonrisas genuinas; el clima jugando a poner a prueba la adaptabilidad de nuestro cuerpo, la emoción de acelerar con precaución y sentir con el volante la responsabilidad de la diversión de la vida: entregarse con todos los sentidos al camino y construir a partir del asfalto de la carretera una historia única. Sentir a flor de piel la música ideal que nos acompañaba en el viaje: 

"Pasan las casas, pasan los puentes, pasan las vacas, pasan los carteles, pasan las caras, pasan los pueblos, pasan los colores, pasan los sueños... Tenés razón, durante los viajes late más fuerte el corazón" 

Viajábamos físicamente en las carreteras de nuestro bello México pero también mis hermanos y yo coexistíamos en un viaje introspectivo individual en el cada kilómetro significaba algo distinto pero igual de especial.

Me dicen: "No tá' cabal, pue..."
Recuerdo la larga fila de coches que nos hizo pesado el paso por Veracruz, Coatzacoalcos ya se llamaba para nosotros "Guaaactzacalcos", ¡fue eterno llegar ahí!. Pero, cuando menos lo esperábamos, llegamos a Paso Hondo, Chis., eran las 6:00 h del sábado y ya nuestra familia nos esperaba con un desayuno insuperable.

"Pero llevamos dentro la actitud..."
Descasamos un poco, seguimos a Frontera Comalapa, visitamos a más familiares y fuimos a comer a una de las tantas bellezas naturales que se tienen por allá; obviamente recolecté dos costales de rambutanes y todo sucedía de la mejor manera, incluso el cansancio del viaje era más bien energía para continuar con la aventura... sin embargo, el drama estaba por empezar... porque, ¿de qué otra manera se puede sentir la intensidad de una aventura si no hay drama de por medio?

Esa noche mi hermano Juan Manuel se sintió mal, dado que tiene un padecimiento en la columna y en ocasiones surgen severas crisis de dolor, en Frontera Comalapa no había medicamento adecuado, así que mi prima Zenyasi y yo nos fuimos a buscar en su motoneta la medicina a diferentes farmacias en diferentes pueblos. Lo conseguimos y de forma casera aplicamos una solución intravenosa para él. 

Llegó ese momento en el que la comunicación no verbal no paraba de hablar y entendí: "hay que regresar a casa", pero yo en realidad estaba muy cansada y no me sentía capaz de conducir en ese momento. Mi hermana Marbella, se quedó en vela cuidado a mi hermano en compañía de nuestros tíos para que yo pudiera dormir unas horas y emprender el regreso.

Era temprano cuando decidimos regresar, pero antes, nos obligaron a desayunar. El regreso estuvo así:
  • Parada en el Hospital de Tuxtla Gutiérrez 
  • Tormenta en la carretera a Veracruz
  • Mi hermano en silencio, soportando el dolor para no provocar ansiedad (aunque eso era igual o más angustiante)
  • Parada en San Luis Potosí y minutos más tarde una balacera
  • Detención de la policía estatal a la salida de San Luis Potosí preguntándonos: "¿No les da miedo estar en carretera con placas de Durango?" -no era buena fecha para andar en esas carreteras por las consecuencias de la guerra contra el narcotráfico-
  • Una parada en Querétaro porque era necesario dormir un momento
  • Yo enfermando de gripe y sin voz, rogando llegar y llegar BIEN
Aún con todas estas contingencias... el camino fue hermoso, contrastante: melancólico y alegre; las carreteras regalándonos una fiesta para nuestros ojos contemplativos, sintiendo la hermandad al máximo y armonizando todas las emociones, convirtiéndolas en felicidad pura. Viajamos 32 horas de Frontera Comalapa a Durango; Marbella con la mejor actitud de copiloto y también con la actitud amorosa al cuidado de Juan Manuel.

Cuando llegamos a Durango, nuestra familia nuclear nos esperaba en el Hospital, pues mi hermano tenía que ser atendido, aunque hemos de confesar que su mejor alivio fue estar en nuestra tierra, en nuestra casa, reencontrarnos con nuestros papás, nuestra hermana y nuestros dos hermanos.

Al recordar este viaje, confirmo que soy millonaria en la vida, porque cualquier pretexto es el mejor momento para gozar nuestro presente con toda la pasión de la que somos capaces los seres humanos. A mí, se me volvió a poner chinita la piel... declárome fan de mis recuerdos en mi Colorete (VW Gol 2011).

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