Para quien me conoce, sabe que uno de los lugares que más amo es Durango. Como dijera mi amiga Mariela:
"Quien sabe de dónde viene, sabe a dónde va"
Con mucho orgullo siempre hago saber que nací en tan hermoso lugar; rico en aspectos sociales, gastronómicos, culturales, artísticos y sobre todo, naturales. Los duranguenses somos afortunados de contar con paisajes intensamente contrastantes, por ejemplo, el desierto y la famosa Zona del Silencio. Sin duda, es un lugar obligado para conocer, yo me sorprendía de no haber visitado ese enigmático lugar antes, pero sabía que mi año de posibilidades infinitas, me traería grandes bendiciones como planear y disfrutar esta expedición.
Los hechos fueron estos:
-según mi versión-
La idea.
Un buen día de trabajo dominical, platicando sobre mi querida tierra con David Cinta y Mu, dos grandes Seres, se nos ocurrió organizar un viaje grupal a la Zona del Silencio, todo fue casual y una noche de octubre, ya estábamos detallando los pormenores del viaje con ayuda en la distancia de Aarón.
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¡Allá vamos! |
Se llegó la fecha.